Sección dedicada exclusivamente a la narración de cuentos e historias originales. Todas las semanas un educado aristócrata llamado Torcuato Villalba (procedente de la época colonial y transportado al presente por un error en el espacio-tiempo) presentará en exclusiva un breve cuento sonoro de dos-tres minutos, donde Héctor Pintado narrará las bellas y surrealistas historias escritas por un grupo de chimpancés encadenados en el sótano de una mansión.



00- INTRODUCCIÓN A LA CARABINA
Conocí a Torcuato como a la gran parte de personas que he conocido en la vida: por casualidad. Recuerdo que me encontraba en el Mercadona de mi pueblo comprando Lejía Conejo. Hacía cola para pagar y un hombre se me puso delante. Era alto, de hombros anchos y lucía un frondoso mostacho. Llevaba un sombrero de ala ancha, jubón, unos calzones y una amplia capa a sus espaldas. Le dije que se había colado, que yo estaba antes que él. Torcuato se me volvió y mirándome despectivamente como si fuera un gusano me dijo: "¿Quién osa mancillar mi nombre y reputación? Voto a brios que sua mercé no saldrá indemne de esta trifulca". Sin más, se quitó un guante, me cruzó la cara con él y me retó a un duelo de carabinas. 

Yo, que no había tocado arma en mi vida, le supliqué el perdón y que en el colegio solo me habían enseñado a sumar, leer y escribir, pero nunca a batirme en duelo. Tirose del bigote y mirándome de arriba a abajo me dijo: "Pagarás tu insolencia siendo mi narrador".

Y así, un humilde servidor, les presenta en exclusiva la que será llamada "La Carabina de Cervantes", que de aquí hasta el fin de la deuda, les acompañará todos los sábados para narrarles hermosos y apasionantes cuentos. Todos ellos introducidos por mi señor Torcuato Villalba, hombre del siglo XIX, con caracter del siglo XVII, pero residente en el siglo XXI.
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01- EL PAÍS DE LOS TRISTES
Me contó Torcuato sobre un extraño viaje que hizo hace ya mucho tiempo. Me dijo que en su mocedad, cuando hacía sus primeros pinitos como conquistador colonialista, llegó a un país muy raro donde la gente era incapaz de reir. Era un sitio gris, triste y melacólico. La gente tenía la cara tan larga que al parecer, algunos, incluso la arrastraban por el suelo. Allí encontraron una ciudad en cuyo centro había una enorme fábrica a donde todo el mundo se dirigía. Por una puerta entraban y por la otra salían poco después con una lata en la mano. Y solo cuando abrían esa lata, parecía verse un atisbo de alegría en sus demacrados rostros.

No pudieron estudiar a fondo esa sociedad, porque la expedición colonialista solo estaba de paso por la zona. Torcuato me aseguró que dedicó no pocos años a intentar volver a ese sitio, pero que nunca fue capaz de volver a hallarlo. Lo único que pudo hacer, fue escribir los pocos recuerdos que conservaba y hacer un confuso esbozo de una historia recurrente que escuchó a su paso por el País de los Tristes.


02- EL CANTOR DESAFINADO
Haciendo el otro día la colada, Torcuato se puso a hablar de su esposa. Elisabeth era una joven soprano de reconocido nombre en el siglo XIX. Cantaba en los más famosos teatros de Inglaterra y levantaba pasiones allá por donde fuera. “¡Qué voz tenía mi señora! ¡Con qué potencia la proyectaba! No hubo vez que no se me pusiera la carne de gallina al escucharla cantar. Y qué buena era conmigo...”. 
Pero Torcuato, a pesar de su profundo amor, tenía celos de su dulce Elisabeth. Detestaba las atenciones que recibía por parte de todo el mundo. Una noche, en una cena con numerosos invitados, Torcuato exigió silencio y en un vergonzoso ataque de pavonería, se puso a cantar intentando demostrar que él no iba a ser menos que su esposa. Las carcajadas que se levantaron aquella noche apuñalaron sin piedad el orgullo del joven colonialista. “Y qué buena era conmigo...”. Ella le consoló y con su susurro, le grabó a fuego estas palabras en el corazón: “No es que no sepas cantar, es que eres un cantor desafinado”. Aquella noche hicieron el amor y no hubo pasión semejante en el mundo a la que hubo aquella madrugada en la mansión de Canterbury
  Al día siguiente, Torcuato despertó 150 años después en el futuro. 


03- EL DICHOSO PENALTI
Aunque no lo demuestre abiertamente, no hay mayor deseo en Torcuato que del poder regresar algún día a su época. El de volver a coger una carabina e irse de aventura por lugares donde el ser humano no haya puesto el pie en miles de años. Colonizar pueblos, conquistar países y matar elefantes sin tener que dar explicaciones a nadie. Que le veneren en todos y en cada uno de sus retornos a Canterbury, a ser el héroe en los periódicos y a acudir a suntuosas cenas con la Reina de Inglaterra. Aunque no lo demuestre abiertamente, todos los días escucho a Torcuato votar a "brios" y a "tal" por su mala desgracia. Que si pudiera por un momento volver a su siglo XIX, intentaría enmendar muchas de las cosas que hizo entonces. Los monos y yo nos reímos de nuestro amo por tener estos pensamientos tan miserables, aunque en lo más profundo de nuestro ser, nos estamos marchitando del asco.


04- EL GORDO BOSÓN 
Torcuato es de esas personas que, después de comer, se sientan delante de la televisión y se ponen a ver los documentales de la dos. Bueno, realmente ver no los ve, porque siempre se queda dormido con el "Saber y Ganar" ese de Jordi Hurtado que emiten antes. Ya me ha comentado un par de veces que los que más le gustan son en los que salen cocodrilos, que le recuerdan mucho a cuando de joven descendió por el río Nilo durante sus campañas colonialistas. Los documentales son para Torcuato lo mismo que los "Simpsons" para el resto de la humanidad: siempre echan los mismos, todo el mundo se los sabe de memoria, pero nadie puede dejar de verlos. Supongo que por esta enfermiza afición, es comprensible que Torcuato me asaltara el otro día a las cuatro de la mañana y con un disquete de 3½ en la mano y me gritara: "Pillastre, acabo de expulsar a todos los monos del sótano. A partir de esta semana no volveremos a grabar cuentos nunca más y nos dedicaremos a emitir documentales sonoros".
Así que esta semana, "La Carabina de Cervantes" ha hecho un ERE de esos tan de moda, y todos los redactores han sido despedidos sin derecho a remuneración. Al principio me dieron un poco de pena, pero luego recordé que eran becarios y se me pasó.
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05- EL MITO DE MANUÉ
Desde luego, nadie le ha explicado a Torcuato que desde el siglo XIX a la actualidad, han cambiado bastante las relaciones entre personas. Hace unos días tuve que ir a recogerle del calabozo donde había terminado encerrado después de un malentendido amoroso. El hombre, a sabiendas de que el otro día fue San Valentín, salió a la calle en busca de una "dama" a la que conquistar. Pero lo dicho, nadie le ha explicado cómo las cosas han cambiado. La primera mujer que le entró por los ojos, la raptó, y portándola sobre su hombro como si de un saco de patatas se tratara, se la llevó a su mansión donde pretendió poseerla como si de Zeus y Dánae se tratasen. Gracias al Sol Invictus, la cosa no fue a mayores. La guardia civil se personó en la mansión y después de derribar la puerta atrancada, detuvieron a Torcuato acusándolo de secuestro, cagaprisez y resistencia a la autoridad; pero no sin antes quedar un par de beneméritos ensartados por un florete del siglo XVIII. Ahora Torcuato se ríe desde su sillón y cada vez que me ve, me grita que el año que viene repetirá.
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06- DIVAD EL MAGO
El circo ha llegado a la ciudad. Todos los padres llevan a sus hijos a ver a los leones y a los watusis gigantes. A cambio, se llevan de regalo sacos de piojos que se pegarán los unos a los otros en el próximo día de colegio. Torcuato detesta a los payasos y tiene que hacer serios esfuerzos para no sacar la Carabina y empezar a cazar tigres. Pero tiene, sin embargo, un serio respeto ante los magos, porque es incapaz de comprender cómo son capaces de hacer lo que hacen. Los observa desde la distancia y teme que usen sus habilidades para engañarle. Yo le digo que no hay ningún misterio en lo que hacen, que todo son juegos de manos. Ante esta afirmación, Torcuato me pegó una colleja y después de llamarme "pillastre malhablado", me quitó al "Gran Capitán" de las manos y me mandó a buscar su nueva capa al arrabal.
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07- EL HOMBRE Y LA CABEZA
Cuando enseñamos el cuento de esta semana a Torcuato, este se sintió tan identificado con el protagonista de la historia, que tuvimos que esconderle el florete para que no se le ocurriera hacer ninguna locura. Y eso que Torcuato es de los que tapan y no de los que son tapados. Nos amenazó con denunciarnos a la Inquisición acusándonos de herejía, brujería y desacato y que él mismo se encargaría de ejecutar la segura sentencia de muerte con la que nos condenarían. No sin temer por nuestras cabezas (nunca mejor dicho), logramos mantenernos firmes hasta que Torcuato olvidó esta situación y se encaprichó con otra cosa.  
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08- CASI PERFECTO
Tuvo Torcuato el otro día la posibilidad de emitir (por primera vez y que no sirva de precedente) un programa de Crossroads Radio en directo. Conociendo lo retrógrado y tradicionalista que es el hombre en cuestión, era bastante previsible que sus comentarios levantaran ampollas en el público escuchante. Torcuato, que hasta la fecha nunca ha podido comprender cómo pueden las personas comunicarse a través de Internet (realmente no entiende ni el mismo concepto de Internet) montó en cólera antes los diversas llamadas de atención que los escuchantes realizaron por las redes sociales. Sin poder retar directamente a duelo a sus "oponentes", tuvo que volver a casa con un cabreo de "no te menees" y lo pagó con nosotros sus vasallos poniéndonos a trabajar de sol a sol en el cuento de hoy. El resultado obtenido por tamaña explotación ha sido, sin embargo, más que sobresaliente, y los monos y yo coincidimos en que seguramente, sea el cuento más cuidado y redondo que hemos realizado hasta la fecha. Torcuato sigue por ahí rumiando su cólera, pero no le hacemos caso pues sabemos que tarde o temprano se le pasará.
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09- PSICOLOGÍA DE PERRO
Este es un mensaje desde la carretera de Figueras. Nos hemos quedado sin gasolina y la "frago" que nos debería haber llevado a Roma se nos ha quedado parada en mitad del trayecto. Íbamos camino para ver la coronación pontificia del Papa Paco el primero de su nombre rey de los ándalos, los rhoynar y los primeros hombres, señor de los Siete Reinos y Protector del Reino, pero parece ser que la cosa no va a ser posible. Llevamos tres días esperando a que Torcuato vuelva con gasolina para poder seguir el viaje. Desde entonces no ha dado señales de vida. Nos ponemos en lo peor, pues conociendo a este hombre, es más que posible que esté encerrado ahora mismo en algún calabozo después de retar al gasolinero a un duelo y ensartarle el hígado con el florete. Después de todo, si le hubiéramos hecho caso y hubiéramos ido a Roma en un carro tirado por negros caballos, ahora no estaríamos en esta situación. Tampoco habríamos llegado a tiempo a la coronación, pero Torcuato aún andaría con nosotros.
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10- ALCANZAR LA LUNA
Irrumpió Torcuato en nuestro abisal sótano de trabajo para gritar, hará unos días, que pararan las máquinas de trabajar que había cambio de planes. Nos contó, no muy entusiasmado, que una señora rica del barrio Salamanca, se había puesto en contacto con él para contratarle como cuentacuentos en el colegio donde su hijo iba todos los días a estudiar (o cuanto menos a aparentar que lo hacía). Sería un cuento dirigido a un público mayoritariamente infante y que tendría que ser algo apto para mentes inocentes y sin moldear (que de eso ya se encargarían las monjas del lugar). Así que Torcuato nos dijo que, por esta vez, nada de cafrerías, que si por él fuera la habría mandado por donde había venido, pero que la mujer estaba de "toma pan y moja" y que "no se podía dejar pasar trenes como ese aunque sean madres con hijos paridos".
Así que el cuento de esta semana que iba a tratar de mujeres fatal, asesinatos, filosofía y maltrato animal, se va a quedar en un burdo intento de cuento infantil.
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11- LA VIRGEN DEL POMPILLO
Esta es la historia de un pueblo cuyo nombre variará dependiendo del escuchante. Dicen que una maldición pesa sobre él, y que por ello, todas las Semanas Santas están condenadas a las precipitaciones. Los lugareños lloran por no poder salir en procesión y mientras tanto, la patrona del lugar, la Virgen del Pompillo, se llena de polvo dentro de la parroquia. Pero ha llegado la hora de hacer algo. Monseñor Carmelo, Alba la Cantaora y Don Diego el Cacique, están dispuestos a poner punto final a más de medio siglo de abstinencia religiosa.
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12- UN PROBLEMA DE COMUNICACIÓN
Eso de que "la primavera la sangre altera", Torcuato lo lleva a rajatabla. En uno de sus contínuos duelos por su honor, salió derrotado por un "hijo de Satán". Con una generosa herida en su pecho, Torcuato se desangró en un abrir y cerrar de ojos y hubo que llevarlo a urgencias a todo correr. Allí le curaron las heridas y le conectaron una bolsa de sangre al cuerpo para recuperar todo lo perdido. Torcuato es, normalmente, del grupo sanguíneo AB, pero cada vez que llega la primavera, esta le muta y se varía por otro grupo totalmente diferente. Así, en estas circunstancias, para preservar su vida e integridad, hubo que vaciarlo una vez hecha la transfusión y rellenarlo de nuevo con sangre del tipo adecuado a la estación del año correspondiente.
En el transcurso de estos acontecimientos, una vieja que medio iba y medio volvía del Averno, nos susurró unas últimas palabras antes de finalmente morir. Nos dijo que se llamaba María y nos contó la historia de su vida.
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13- CARNERIANO
La verdad es que cada vez que Torcuado sale de casa, es para liarla. El otro día se fue de "parranda" por la ciudad y al volver, resultó que había sido nombrado primera voz de la Tuna de la URJC. Desde ese día no ha dejado de cantar. Ni un solo minuto de tranquilidad hemos tenido desde entonces. Se comunica con la gente a grito pelado y con un desafino que tememos que pueda derivar en un nuevo género musical con sus correspondientes politonos. Incluso ronca con ritmo. Los vecinos se clavan punzones en los oídos para descansar; los perros, que al principio aullaban, ahora gimen de dolor; y el tipo que va midiendo el ruido ambiente, no ha vuelto desde que se le explotó el cacharro de los decibelios. Los cristales están todos rotos y la vajilla se ha echado a perder. Esperaremos a que se le pase la fiebre para poner todo en orden.
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14- EL CALVO DE JORJULIA
Cuando las primeras bombas cayeron sobre la ciudad, Torcuato recién se levantaba de la siesta. Le tuve que contar todo lo que había ocurrido con la última emisión del programa de Jorjulia. Le expliqué la fama de la presentadora, el poder de su voz y el fanatismo de sus embelesados escuchantes. Excitado por la situación, Torcuato se dirigió al armario y sacó la pica con la que, según él, había conquistado Flandes. Evidentemente, Torcuato no ha formado nunca parte de los tercios españoles, pero a él le gusta creer que sí. No más de una vez me ha dicho: "Si no hubiera sido conquistador colonialista, habría sido soldado de los tercios españoles para clavar mi pica en sucios herejes y hacer anuncios de quesos".
Torcuato desapareció durante los tres días que duró la guerra. Me comentan los vecinos que vieron correr por las calles a un loco que, votando a "brios", a "tal" y a "Dios", hacía frente con una pica a los tanques acorazados de la Guardia Imperial. Al cuarto día, Torcuato volvió con un contrato de García Baquero bajo el brazo.

15- EL DESAYUNO DE CASILDA
Las cosas no están bien. En los últimos días Torcuato está intermitente. Es decir, está con nosotros, pero hay instantes en los que desaparece para rápidamente volver a aparecer. Es como un parpadeo. Al principio era casi imperceptible, pero ahora hay momentos en los que desaparece incluso minutos enteros. En esos momentos, la sangre abandona nuestro rostro y aguantamos la respiración hasta que le vemos reaparecer. Torcuato nos dice que estamos locos, que él no nota nada raro, pero nos tememos que en cualquier momento pueda desaparecer y no volver jamás.

16- EPÍLOGO
La última vez que vi a Torcuato Villalba fue en los Campos de Marihuana que plantaron hace dos décadas en sustitución de unas improductivas vides. Torcuato observaba perderse las plantaciones más allá del horizonte mientras me hablaba, cómo no, de su amada Canterbury colonial. Aunque él no se enteraba, a estas alturas, las intermitencias se habían agravado hasta llegar a puntos en los que desaparecía durante horas. Aquel día, desapareció por última vez y no regresó jamás. Esperé tres días a que regresara; y tres veces esos tres días; y tres días más. Pero nunca más volví a ver a Torcuato.

Sin Torcuato entre nosotros, las cosas se derrumbaron a los pocos días. Crossroads Radio, libre de amenazas de duelo, rescindió el contrato que nos unía de la noche a la mañana. La mansión fue embargada poco después. Los monos, confusos y sin un amo al que servir, se metieron en política y ahora hacen como que hacen algo en el Congreso de los Diputados. Yo, pobre de mí, tuve que huir a la capital en busca de suerte y ahora me vendo al mejor postor en la Calle Montera. Sueño despierto con el día en que alguien me ofrezca un trabajo y un sueldo decente.

Al loco Torcuato siempre le gustaron los Campos de Marihuana. Aún hoy, vengo todos los sábados a embriagarme del olor del lugar. Me acuerdo entonces de aquellos hermosos días de vasallaje, surrealismo y cuentos. Luego: la vertical.