Esta es la historia de un pueblo cuyo nombre variará dependiendo del escuchante. Dicen que una maldición pesa sobre él, y que por ello, todas las Semanas Santas están condenadas a las precipitaciones. Los lugareños lloran por no poder salir en procesión y mientras tanto, la patrona del lugar, la Virgen del Pompillo, se llena de polvo dentro de la parroquia. Pero ha llegado la hora de hacer algo. Monseñor Carmelo, Alba la Cantaora y Don Diego el Cacique, están dispuestos a poner punto final a más de medio siglo de abstinencia religiosa.
Agradecer el buen trabajo hecho por la Zu.
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