La verdad es que cada vez que Torcuado sale de casa, es para liarla. El otro día se fue de "parranda" por la ciudad y al volver, resultó que había sido nombrado primera voz de la Tuna de la URJC. Desde ese día no ha dejado de cantar. Ni un solo minuto de tranquilidad hemos tenido desde entonces. Se comunica con la gente a grito pelado y con un desafino que tememos que pueda derivar en un nuevo género musical con sus correspondientes politonos. Incluso ronca con ritmo. Los vecinos se clavan punzones en los oídos para descansar; los perros, que al principio aullaban, ahora gimen de dolor; y el tipo que va midiendo el ruido ambiente, no ha vuelto desde que se le explotó el cacharro de los decibelios. Los cristales están todos rotos y la vajilla se ha echado a perder. Esperaremos a que se le pase la fiebre para poner todo en orden.
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