Cuando las primeras bombas cayeron sobre la ciudad, Torcuato recién se levantaba de la siesta. Le tuve que contar todo lo que había ocurrido con la última emisión del programa de Jorjulia. Le expliqué la fama de la presentadora, el poder de su voz y el fanatismo de sus embelesados escuchantes. Excitado por la situación, Torcuato se dirigió al armario y sacó la pica con la que, según él, había conquistado Flandes. Evidentemente, Torcuato no ha formado nunca parte de los tercios españoles, pero a él le gusta creer que sí. No más de una vez me ha dicho: "Si no hubiera sido conquistador colonialista, habría sido soldado de los tercios españoles para clavar mi pica en sucios herejes y hacer anuncios de quesos".
Torcuato desapareció durante los tres días que duró la guerra. Me comentan los vecinos que vieron correr por las calles a un loco que, votando a "brios", a "tal" y a "Dios", hacía frente con una pica a los tanques acorazados de la Guardia Imperial. Al cuarto día, Torcuato volvió con un contrato de García Baquero bajo el brazo.
Como todas las semanas, agradecer a la Zu su vital colaboración en el asunto.
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