Desde luego, nadie le ha explicado a Torcuato que desde el siglo XIX a la actualidad, han cambiado bastante las relaciones entre personas. Hace unos días tuve que ir a recogerle del calabozo donde había terminado encerrado después de un malentendido amoroso. El hombre, a sabiendas de que el otro día fue San Valentín, salió a la calle en busca de una "dama" a la que conquistar. Pero lo dicho, nadie le ha explicado cómo las cosas han cambiado. La primera mujer que le entró por los ojos, la raptó, y portándola sobre su hombro como si de un saco de patatas se tratara, se la llevó a su mansión donde pretendió poseerla como si de Zeus y Dánae se tratasen. Gracias al Sol Invictus, la cosa no fue a mayores. La guardia civil se personó en la mansión y después de derribar la puerta atrancada, detuvieron a Torcuato acusándolo de secuestro, cagaprisez y resistencia a la autoridad; pero no sin antes quedar un par de beneméritos ensartados por un florete del siglo XVIII. Ahora Torcuato se ríe desde su sillón y cada vez que me ve, me grita que el año que viene repetirá.
Gracias una semana más a la incombustible Zu y a Sergio Pascual: nuestro Manué particular.
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